Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. — Lucas 10:20
“De nosotros depende vivir esta vida sólo como un camino hacia el cielo . . . ¿Por qué deberíamos trabajar o fijar nuestros corazones en algo más que no sea nuestro destino final y verdadera felicidad? — Jonathan Edwards
En vista de la próxima resurrección de los muertos, el apóstol Pablo pregunta, “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1 Corintios 15:55).
No deberíamos idealizar la muerte, pero aquellos que conocen a Jesús deberían darse cuenta que la muerte es la puerta a un gozo sin fin.
Comprender lo que la Biblia nos enseña sobre el Cielo cambiará nuestro centro de gravedad y alterará radicalmente nuestra perspectiva de la vida. Nos dará esperanza, una palabra que el apóstol Pablo utiliza seis veces en Romanos 8:20-25, donde explica que toda la creación anhela nuestra resurrección y la próxima redención del mundo.
No ponga sus esperanzas en las circunstancias favorables de la vida -no pueden, ni podrán durar. En su lugar, ponga su esperanza en Jesucristo y sus promesas. Un día regresará y aquellos que han puesto su fe en Él serán resucitados a la vida en la Nueva Tierra. Ellos contemplarán la faz de Dios y gozosamente lo servirán para siempre.
En el año 1952, Florence Chadwick entró al Océano Pacífico en la costa de la Isla Catalina, California, con la determinación de nadar hasta llegar a la costa del continente. Siendo una experimentada nadadora, ella ya había sido la primera mujer que cruzó nadando el Canal de la Mancha en ambos sentidos.
El tiempo ese día estaba nublado y frío así que apenas podía ver a los botes que la acompañaban. Nadó quince horas. Cuando rogó que la sacaran del agua, su madre, que estaba en uno de los botes que iban a su lado, le dijo que estaba cerca y que lo podía lograr. Finalmente, extenuada física y emocionalmente, dejó de nadar y fue sacada del agua. No fue sino hasta que estuvo en el bote que descubrió que la costa estaba a menos de un kilómetro de distancia. En una conferencia noticiosa al día siguiente, ella dijo: “Todo lo que podía ver era la niebla . . . Creo que si hubiera podido ver la costa, lo hubiera logrado.” Al enfrentar el desaliento, las dificultades o fatiga, o cuando lo envuelve la neblina de circunstancias inciertas, ¿Está usted pensando si sólo pudiera ver la costa lo hubiera logrado?
Fije sus ojos en Jesucristo, la Roca de Salvación. Él es quien ha prometido preparar un lugar para aquellos que ponen su esperanza en él; un lugar donde vivirán con él para siempre. Si podemos aprender a fijar nuestros ojos en Jesús, a ver a través de la neblina, e imaginar nuestro hogar eterno en los ojos de nuestra mente, nos consolará y nos dará energías, dándonos una imagen clara de la línea de meta.
Cuando el apóstol Pablo enfrentó tiempos difíciles, luchas y encarcelamiento, dijo: “Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).
¿Qué le dio a Pablo la fortaleza y la perspectiva para “proseguir a la meta”? Una imagen clara del Cielo. Él quería “ganar el premio” que lo esperaba en el Cielo, y sabía que Dios “lo había llamado hacia el cielo en Cristo Jesús”.
Extracto de 50 Dias del Cielo por Randy Alcorn, Dia 1.
If We Can Just See the Shore (Excerpt from 50 Days of Heaven)
Rejoice that your names are written in heaven. (Luke 10:20)
It becomes us to spend this life only as a journey toward heaven. . . . Why should we labor for or set our hearts on anything else, but that which is our proper end and true happiness? — Jonathan Edwards
In light of the coming resurrection of the dead, the apostle Paul asks, “Where, O death, is your victory? Where, O death, is your sting?” (1 Corinthians 15:55).
We should not romanticize death. But those who know Jesus should realize that death is a gateway to never-ending joy.
Grasping what the Bible teaches about Heaven will shift our center of gravity and radically alter our perspective on life. It will give us hope, a word that the apostle Paul uses six times in Romans 8:20-25, where he explains that all creation longs for our resurrection and the world’s coming redemption.
Don’t place your hope in favorable life circumstances—they cannot and will not last. Instead, place your hope in Jesus Christ and his promises. One day he will return, and those who have placed their faith in him will be resurrected to life on the New Earth. They will behold God’s face and joyfully serve him forever.
In 1952, Florence Chadwick stepped into the waters of the Pacific Ocean off Catalina Island, California, determined to swim to the mainland. An experienced swimmer, she had already been the first woman to swim the English Channel both ways.
The weather that day was foggy and chilly; Florence could hardly see the boats accompanying her. Still, she swam steadily for fifteen hours. When she begged to be taken out of the water along the way, her mother, in a boat alongside, told her that she was close and that she could make it. Finally, physically and emotionally exhausted, Florence stopped swimming and was pulled out. It wasn’t until she was aboard the boat that she discovered the shore was less than half a mile away. At a news conference the next day, she said, “All I could see was the fog. . . . I think if I could have seen the shore, I would have made it.”
As you face discouragement, difficulty, or fatigue, or as you are surrounded by the fog of uncertain circumstances, are you thinking, If only I could see the shore, I could make it?
Set your sights on Jesus Christ, the Rock of salvation. He is the one who has promised to prepare a place for those who put their hope in him, a place where they will live with him forever. If we can learn to fix our eyes on Jesus, to see through the fog and picture our eternal home in our mind’s eye, it will comfort and energize us, giving us a clear look at the finish line.
When the apostle Paul faced hardship, beatings, and imprisonment, he said, “One thing I do: Forgetting what is behind and straining toward what is ahead, I press on toward the goal to win the prize for which God has called me heavenward in Christ Jesus” (Philippians 3:13-14).
What gave Paul the strength and perspective to “press on toward the goal”? A clear view of Heaven. He wanted to “win the prize” that awaited him in Heaven, and he knew that God had “called [him] heavenward in Christ Jesus.”
If you’re weary and don’t know how you can keep going, I pray this book will give you encouragement, vision, and hope. No matter how tough life becomes, if you can see the shore and draw your strength from Christ, you’ll make it.
Excerpt from 50 Days of Heaven by Randy Alcorn, Chapter 1.
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