Hay algunos acontecimientos en la vida que parece que nunca terminan: la última media hora antes de salir de la escuela todos los días (especialmente el ultimo día de clases), o el discurso que tienes que dar frente a toda la clase, o la cena familiar que les toma tanto tiempo a todos los demás para terminar cuando tú estás esperando para comer el postre. Y hay algunos momentos increíbles —como cuando por fin aprendiste a usar tus patines, o marcaste el punto que ganó el partido de tu equipo, o te abrazó alguien que amas— que quisieras que duraran para siempre. Mientras que ninguno de estos eventos en realidad dura para siempre, la vida eterna sí dura para siempre. No sería llamada eterna si no fuera así.
Jesús dijo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” ( Juan 3:16). Esta promesa que no tiene fin es para todos los que creen en Jesús. “¿Pero cómo puede ser esto?” tal vez te preguntes. “Después de todo, en algún momento de su vida, todas las personas mueren.” Es cierto. Pero la muerte no es el fin de la historia. Jesús prometió que algún día viviremos con él para siempre. Esto significa que viviremos de nuevo después de nuestra muerte.
Tenemos al Espíritu Santo como una promesa de que esto sucederá. Jesús les dijo a sus seguidores que el Espíritu Santo vendría y haría su hogar dentro de cada persona que cree en él. (No tienes que tomar sólo mi palabra de que es verdad. Lo puedes leer en Juan 14:15-17, 26.) Se nos habla de la garantía de Dios en Efesios 1:14: La presencia del Espíritu Santo “garantiza nuestra herencia.” Eso que nos ha prometido que recibiremos como hijos de Dios es la vida eterna.
La vida eterna es más que una existencia que nunca termina. Es una vida plena que está llena de gozo.
En la película Viaje a las Estrellas VII: Generaciones, Guinan le habla al Capitán Picard sobre un lugar llamado el Nexus. Ella lo describe de esta
manera: “Era como estar dentro del gozo, como si el gozo fuera algo tangible, en el cual uno se pudiera envolver al igual que en una frazada.”
Yo no creo en el Nexus. Pero sí creo en los cielos nuevos y la Nueva Tierra. ¿Cómo será? Será como “estar dentro del gozo, como si el gozo fuera algo tangible, en el cual uno se pudiera envolver al igual que en una frazada.”
Extracto de El Cielo para Niños por Randy Alcorn, Capítulo 3.
What does eternal life mean?
There are some events in life that seem to go on forever: the half hour before the end of school each day (especially the last day of school), or the speech you have to make in front of the whole class, or the family dinner that takes so long for everyone to finish when you’re waiting to eat dessert. And there are some unbelievable moments—when you finally learn to snowboard or win the game for your team or get a hug from someone you love—that you wish would last forever. While none of these events actually lasts forever, eternal life does. It wouldn’t be called eternal if it didn’t.
Jesus said, “For God loved the world so much that he gave his one and only Son, so that everyone who believes in him will not perish but have eternal life” (John 3:16). This never-ending life is promised to those who believe in Jesus. “But how can this be?” you might ask. “After all, everyone will die at some point.” True. But death isn’t the end of the story. Jesus promised that someday we’ll live forever with him. That means we’ll live again after we die.
As a promise that this will happen, we have the Holy Spirit. Jesus told his followers that the Holy Spirit would come and make his home within every person who believes in Jesus. (Don’t just take my word for it. Read John 14:15-17, 26.) We’re told about God’s guarantee in Ephesians 1:14: “The Spirit is God’s guarantee that he will give us the inheritance he promised.” That inheritance, which we will receive as God’s children, is eternal life.
Eternal life is more than an existence that never ends. It’s a quality life that’s filled with joy.
In the Star Trek movie Generations, Guinan tells Captain Picard about a place called the Nexus. She describes it this way: “It was like being inside joy, as if joy was something tangible and you could wrap yourself up in it like a blanket.”
I don’t believe in the Nexus. But I do believe in the new heavens and the New Earth. What will it be like there? Like “being inside joy, as if joy were something tangible and you could wrap yourself up in it like a blanket.”
Excerpt from Heaven for Kids by Randy Alcorn, Chapter 3.
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