El Plan de Dios de Redimir la Tierra, Extracto de 50 Dias del Cielo (God's Plan to Redeem the Earth, Excerpt from 50 Days of Heaven)

Presten atención, que estoy por crear un cielo nuevo y una tierra nueva. — Isaías 65:17

Es notable que prácticamente todas las palabras básicas en la Biblia que describen la salvación implican un retorno a un estado o situación originalmente bueno. . . . El sentido de la redención es liberar al prisionero de la esclavitud, darle de nuevo la libertad que él o ella una vez disfrutaron.— Albert Wolters

Todo el universo físico fue creado para la gloria de Dios. Cuando nos rebelamos, el universo cayó bajo el peso de nuestro pecado. Sin embargo, Dios no nos abandonó. Cuando la serpiente sedujo a Adán y Eva, no tomó de sorpresa a Dios. Él tenía preparado un plan por el cual redimiría a la humanidad—y a toda la creación—del pecado, la corrupción y la muerte. De la misma manera en que promete hacer nuevos a los hombres y las mujeres, promete renovar a la misma tierra.

“‘Porque así como perdurarán en mi presencia el cielo nuevo y la tierra nueva que yo haré, así también perdurarán el nombre y los descendientes de ustedes,’ afirma el Señor” (Isaías 66:22).

“Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia” (2 Pedro 3:13).

“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir” (Apocalipsis 21:1).

Muchos otros pasajes aluden a los nuevos cielos y a la Nueva Tierra sin usar esos términos. El plan redentor de Dios culmina no en el retorno de Cristo, ni en el reino del Milenio, sino en la Nueva Tierra. Sólo entonces todos los males serán arreglados. Sólo entonces no habrá más muerte, llanto o dolor (Apocalipsis 21:1-4).

Considere esto: Si el plan de Dios fuera simplemente llevar a la humanidad al actual Cielo presente, o a un Cielo que fue el lugar de morada de los seres espirituales, no habría necesidad de nuevos cielos y una Nueva Tierra. ¿Por qué rehacer las estrellas y los cielos y los continentes de la Tierra? Dios podría simplemente destruir su creación original y dejarla fuera de consideración. Pero él no lo hace. Cuando creó los cielos y la tierra consideró que “era muy bueno” (Génesis 1:31). Ni una vez él ha renunciado a su derecho a lo que ha hecho.

Dios no va a abandonar a su creación. La va a restaurar. La destrucción de la Tierra no va a ser permanente sino temporal. Al igual que nuestros cuerpos destruidos van a ser resucitados en nuevos cuerpos, la Tierra destruida será resucitada como una Nueva Tierra. No vamos a ir al Cielo y dejar atrás a la Tierra. En cambio, Dios va a traer al Cielo y a la Tierra a la misma dimensión, sin pared de separación, sin ángeles armados para custodiar la perfección del Cielo para que no la toque la humanidad pecaminosa (Génesis 3:24). El plan perfecto de Dios es “reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:10, RV60).

Dios nunca ha renunciado a su creación original. Y, sin embargo, nos las hemos arreglado para dejar de lado un vocabulario bíblico completo que aclara este punto.

Reconciliar. Redimir. Restaurar. Recobrar. Regresar. Renovar. Regenerar. Resucitar. Cada una de estas palabras bíblicas comienza con el prefijo re, sugiriendo un retorno a una condición original que fue arruinada o perdida. Por ejemplo, redención significa comprar de vuelta lo que había sido propiedad de la persona. De manera similar, reconciliación quiere decir la restauración o el restablecimiento de una amistad o unidad anterior. Renovación significa hacer algo nuevo otra vez, restaurándolo a su estado original. Resurrección quiere decir volverse físicamente vivo de nuevo después de la muerte.

Estas palabras enfatizan que Dios siempre nos ve a la luz de lo que quiso que nosotros fuésemos y siempre busca restaurarnos a ese diseño. De igual manera, él ve a la tierra en términos de lo que quiso que fuera y busca restaurarla a su diseño original.

En su excelente libro titulado La Creación Recuperada, Albert Wolters, escribe: “[Dios] se aferra a su creación original caída y la rescata. Rehúsa abandonar el trabajo de sus manos —de hecho, sacrifica a su propio Hijo para salvar su proyecto original. A la humanidad, que ha arruinado su mandato original y toda la creación junto a dicho mandato, se le da otra oportunidad en Cristo; somos reinstituidos como los administradores de Dios en la tierra. La creación original buena ha de ser restaurada.”

Si Dios hubiera querido mandar al Infierno a Adán y a Eva y comenzar de nuevo, lo podría haber hecho. Pero no lo hizo. En cambio, eligió redimir aquello con lo que había   comenzado

—los cielos, la Tierra y la humanidad—y traerlos de vuelta a su propósito original. Dios es el artista rescatador por excelencia. Le encanta restaurar las cosas a su condición original—y hacerlas aún mejores.

La frase del himno: “Hallelujah, What a Savior! [¡Aleluya! ¡Jesús Salva!]” que dice: “vino a reclamar a pecadores arruinados,” refleja el propósito de Dios en nuestra salvación. Reclamar es otra palabra que comienza con el prefijo re. Reconoce que Dios tiene un derecho previo sobre la humanidad que fue perdido temporalmente pero que ha sido completamente restaurado y es llevado a un nivel nuevo en Cristo. “Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan” (Salmo 24:1). Dios nunca ha entregado su título de propiedad de la tierra. A él le pertenece, y no la va a entregar a sus enemigos. De hecho, las Escrituras dicen: “El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo” (1 Juan 3:8).

Fíjese que no dice que Cristo vino a destruir al mundo (que es su mundo), sino que vino a destruir las obras del diablo, que son torcer, pervertir y arruinar el mundo que Dios hizo. La redención destruirá para siempre la obra del diablo al remover su dominio en la creación y al revocar las consecuencias. Lejos de destruir al mundo, el plan de Dios es evitar que sea destruido por Satanás. El plan de Dios es quitar la destrucción que ya ha sido causada en él. Su plan es redimir al mundo. Dios colocó a la humanidad en el mundo para que lo llenara, lo gobernara y lo desarrollara para la gloria de Dios. Pero ese plan nunca ha sido cumplido. ¿Deberíamos por lo tanto concluir que el plan de Dios fue mal concebido, arruinado o abandonado? No. Estas conclusiones no encajan con el carácter de un Dios omnisciente, sabio y soberano. Segunda de Pedro 3 no enseña que Dios destruirá la Tierra y que luego no tendrá más uso para ella. En cambio, promete que Dios renovará el Cielo y la Tierra.

Dios no es un inventor frustrado cuya creación fracasó. Él tiene un plan maestro, y no va a dejar que nosotros o la Tierra seamos arrojados a una pila de basura.

Esto me hace querer darle gracias ahora mismo. ¿Usted también quiere darle gracias?

Dios, expande nuestra visión de tu grandeza para que apreciemos la grandeza de tu obra redentora. Gracias porque no nos has abandonado al Infierno, sino que nos amaste lo suficiente como para derramar tu sangre divina para rescatarnos a nosotros y a nuestro planeta. Gracias porque tenemos un futuro, y porque la Tierra—de la cual nos formaste, y sobre la cual nos hiciste señorear—también tiene un futuro. Ayúdanos para anticipar ese futuro hoy, y que nuestra anticipación afecte las decisiones que tomamos. Te pedimos estas cosas en el maravilloso nombre de nuestro Redentor, Jesús, el Señor de la Tierra.

Extracto de 50 Días del Cielo by Randy Alcorn, Dia 13

 


God's Plan to Redeem the Earth

Behold, I will create new heavens and a new earth. —Isaiah 65:17

It is quite striking that virtually all of the basic words describing salvation in the Bible imply a return to an originally good state or situation. . . . The point of redemption is to free the prisoner from bondage, to give back the freedom he or she once enjoyed. — Albert Wolters

The entire physical universe was created for God’s glory. When we rebelled, the universe fell under the weight of our sin. Yet God did not give up on us.

The serpent’s seduction of Adam and Eve did not catch God by surprise. He had in place a plan by which he would redeem mankind—and all creation—from sin, corruption, and death. Just as he promises to make men and women new, he promises to renew the earth itself.

“‘As the new heavens and the new earth that I make will endure before me,’ declares the Lord, ‘so will your name and descendants endure’ ” (Isaiah 66:22).

“In keeping with his promise we are looking forward to a new heaven and a new earth, the home of righteousness” (2 Peter 3:13).

“I saw a new heaven and a new earth, for the first heaven and the first earth had passed away” (Revelation 21:1).

Many other passages allude to the new heavens and New Earth without using those terms. God’s redemptive plan culminates not at the return of Christ, nor in the millennial kingdom, but on the New Earth. Only then will all wrongs be made right. Only then will there be no more death, crying, or pain (Revelation 21:1-4).

Consider this: If God’s plan were merely to take mankind to the intermediate Heaven, or to a Heaven that was the dwelling place of spirit beings, there would be no need for new heavens and a New Earth. Why refashion the stars of the heavens and the continents of the earth? God could simply destroy his original creation and put it all behind him. But he doesn’t do that. Upon creating the heavens and the earth, he called it “very good” (Genesis 1:31). Not once has he renounced his claim on what he made.

God isn’t going to abandon his creation. He’s going to restore it. Earth’s destruction will not be permanent but temporary. Just as our destroyed bodies will be raised as new bodies, the destroyed Earth will be raised as a New Earth. We won’t go to Heaven and leave Earth behind. Rather, God will bring Heaven and Earth together into the same dimension, with no wall of separation, no armed angels to guard Heaven’s perfection from sinful mankind (Genesis 3:24). God’s perfect plan is “to bring all things in heaven and on earth together under one head, even Christ” (Ephesians 1:10).

God has never given up on his original creation. Yet somehow we’ve managed to overlook an entire biblical vocabulary that makes this point clear.

Reconcile. Redeem. Restore. Recover. Return. Renew. Regenerate. Resurrect. Each of these biblical words begins with the re- prefix, suggesting a return to an original condition that was ruined or lost. For example, redemption means to buy back what was formerly owned. Similarly, reconciliation means the restoration or re-establishment of a prior friendship or unity. Renewal means to make new again, restoring to an original state. Resurrection means becoming physically alive again, after death.

These words emphasize that God always sees us in light of what he intended us to be, and he always seeks to restore us to that design. Likewise, he sees the earth in terms of what he intended it to be, and he seeks to restore it to its original design.

In his excellent book Creation Regained, Albert Wolters writes, “[God] hangs on to his fallen original creation and salvages it. He refuses to abandon the work of his hands—in fact he sacrifices his own Son to save his original project. Humankind, which has botched its original mandate and the whole creation along with it, is given another chance in Christ; we are reinstated as God’s managers on earth. The original good creation is to be restored.”

If God had wanted to consign Adam and Eve to Hell and start over, he could have. But he didn’t. Instead, he chose to redeem what he started with—the heavens, the earth, and mankind—to bring them back to his original purpose. God is the ultimate salvage artist. He loves to restore things—and make them even better.

“Ruined sinners to reclaim.” This phrase from the hymn “Hallelujah, What a Savior!” reflects God’s purpose in our salvation. Reclaim is another re- word. It recognizes that God had a prior claim on humanity that was temporarily lost but is fully restored and taken to a new level in Christ. “The earth is the Lord’s, and everything in it, the world, and all who live in it” (Psalm 24:1). God has never surrendered his title deed to the earth. He owns it—and he will not relinquish it to his enemies. In fact, Scripture tells us that “the reason the Son of God appeared was to destroy the devil’s work” (1 John 3:8).

Note that it says Christ came not to destroy the world (which is his world) but to destroy the devil’s works, which are to twist and pervert and ruin the world God made. Redemption will forever destroy the work of the devil by removing his hold on creation and by reversing the consequences. Far from destroying the world, God’s plan is to keep it from being destroyed by Satan. God’s plan is to remove the destruction that has already been inflicted on it. His plan is to redeem the world. God placed mankind on Earth to fill it, rule it, and develop it to God’s glory. But that plan has never been fulfilled. Should we therefore conclude that God’s plan was ill-conceived, thwarted, or abandoned? No. These conclusions do not fit the character of an all-knowing, all-wise, sovereign God. Second Peter 3 does not teach that God will destroy the earth and then be done with it. Rather, it promises that God will renew Heaven and Earth.

God is not some hapless inventor whose creation failed. He has a masterful plan, and he will not surrender us or the earth to the trash heap.

 

That makes me want to thank him right now. How about you?

God, expand our view of your greatness so that we may gain an appreciation for the greatness of your redemptive work. Thank you that you did not abandon us to Hell, but that you loved us enough to shed your divine blood to rescue us and our planet. Thank you that we have a future, and that Earth—from which you formed us, and over which you made us to rule—also has a future. Help us to anticipate that future today. And may our anticipation affect the decisions we make. We ask these things in the great name of our Redeemer, Jesus, the Lord of the earth.

Excerpt from 50 Days of Heaven by Randy Alcorn, Day 13.

Randy Alcorn (@randyalcorn) is the author of over sixty books and the founder and director of Eternal Perspective Ministries

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