Mientras hablaba sobre la pureza sexual en mi iglesia hace varios años, les dije a los padres que si iban a permitir que sus hijos tuvieran acceso sin restricciones al internet en la privacidad de sus propias habitaciones, por medio de computadoras, tabletas, teléfonos o cualquier otro dispositivo, podrían también comprar miles de revistas pornográficas, guardarlas en los armarios de sus hijos y decirles: “Nunca miren estas revistas”. Viene a ser lo mismo.
Al concluir mi mensaje, una madre cristiana sincera se acercó a mí. Estaba ofendida por mi advertencia a los padres de no permitir que sus hijos tengan acceso a Internet sin supervisión.
“No puedo creer que hayas dicho eso”, comenzó diciendo. “¡Mi hijo tiene acceso a internet en su habitación, y yo confío en él! Él es un buen muchacho”.
Le respondí: “Alguna vez fui un chico de séptimo grado. Te diré ahora mismo, crees que estás honrando a tu hijo al confiar en él, pero solo lo estás preparando para una caída. Podrías darle un arma, y su vida podría convertirse en algo mejor que si simplemente lo entregas al internet”.
Si esto te golpea como una exageración, simplemente no entiendes los efectos devastadores de la pornografía. La gran mayoría de los niños, especialmente los niños, pero también las niñas, quienes tienen acceso facilitado a la pornografía la verán, ya sea inadvertida o intencionalmente, y muchos de ellos se volverán adictos a ella, arruinando sus vidas y en muchos casos arruinando sus matrimonios futuros.
Que la pornografía es “inofensiva” es una mentira del abismo del infierno. La Escritura dice que Satanás anda al acecho como león rugiente, buscando a quién devorar, y tristemente, estamos perdiendo a nuestras hijas y a nuestros hijos.
Por muchos años, tales predicciones y advertencias sonaron como las reacciones exageradas de los fanáticos religiosos. Pero recientemente, un cúmulo enorme de información sobre el impacto negativo de la pornografía está disponible por parte de investigadores científicos y fuentes seculares. (Incluso la revista GQ para hombres compartió un artículo en 2013 titulado: “10 razones por las que deberías dejar de ver pornografía”). Muchos investigadores reconocen, incluso desde su cosmovisión no cristiana, que la exposición temprana de los niños a la pornografía adictiva y al comportamiento como el sexting (tomar y compartir selfies y/o mensajes provocativos) los está dañando profundamente.
El título de portada en la edición de abril de 2016 de la revista Time fue “PORNOGRAFÍA: ¿Por qué los hombres jóvenes que crecieron con la pornografía del Internet se están convirtiendo en los promotores de apagarlo?”. Este extenso artículo, no basado en la fe, resalta los problemas sexuales que en la vida real enfrentan los hombres que crecieron con la pornografía del Internet, en sus relaciones (por ejemplo no ser físicamente capaces de excitarse por un encuentro real con una mujer debido a la forma en que la pornografía ha alterado la química / funcionalidad de su cerebro).
The New York Times tuiteó esta etiqueta a un artículo reciente: “Mientras más espere para darles a sus hijos un teléfono inteligente, mejor”. Brian X. Chen escribe sobre cómo niños aún más pequeños se ven afectados por la pornografía y el sexting:
La Sra. Weinberger, quien escribió el libro de seguridad para teléfonos inteligentes e Internet: “El coco existe: y está en el bolsillo de tu hijo”, dijo que había encuestado a 70,000 niños en los últimos 18 meses y descubrió que, en promedio, el sexting comenzó en el quinto grado , el consumo de pornografía comenzó cuando los niños cumplían 8 años, y la adicción a la pornografía comenzó alrededor de los 11 años.
En un artículo para The Atlantic, Hanna Rosin menciona la investigación sobre la práctica generalizada del sexting:
Un estudio reciente de siete escuelas públicas de secundaria en el este de Texas, por ejemplo, encontró que el 28 por ciento de los alumnos de segundo y tercer año habían enviado una foto de sí mismos desnudos por mensaje o correo electrónico, y el 31 por ciento había pedido a alguien que enviara una... niños y niñas eran igualmente propensos a haber enviado un mensaje sexual (sext), pero a las niñas era mucho más probable que se les hubiera solicitado que lo hicieran; de hecho, a un 68 por ciento de ellas se les había pedido.
Este año, investigadores en Los Ángeles publicaron un estudio de alumnos de escuela intermedia evidenciando que aquellos que enviaron mensajes sexuales tenían 3.2 veces más probabilidades de ser sexualmente activos que aquellos que no lo hicieron.
Un amigo que es oficial de la policía me dijo que no pasa una semana sin que deje de recibir una llamada de algún padre angustiado que ha descubierto imágenes de su hija desnuda siendo enviadas por toda la escuela o por todo el país porque posó para un amigo, o se tomó la fotografía ella misma. Esas imágenes nunca pueden ser retiradas del todo, ni tampoco se borra la vergüenza de la memoria.
El oficial John Rasmussen,un agente de recursos escolares en mi área, explicó que a menudo comparte con las familias cómo los efectos devastadores de los mensajes sexuales y la pornografía no tienen límites. “Con frecuencia encuentro que los jóvenes involucrados provienen de familias creyentes que han criado ‘buenos hijos’”.
Hace 25 años los padres cristianos nunca hubiesen creído que algún día la mayoría de los niños llevarían un pequeño dispositivo que les permitiría acceder a la pornografía y en los que podrían recibir imágenes de desnudos enviadas por sus compañeros de clase mientras el joven está haciendo la tarea, en la cama o sentado en la iglesia.
Hanna Rosin explica cómo el comandante Donald Lowe y sus compañeros oficiales en la Oficina del Sheriff del condado de Louisa han hablado con los niños sobre las consecuencias del sexting:
El equipo de Lowe explicó tanto a los niños fotografiados en Instagram como a los que tienen fotos en sus teléfonos las serias consecuencias legales de sus acciones. Poseer o enviar una foto de un menor desnudo, incluso si se trata de una foto propia, puede ser procesado como un delito grave según las leyes estatales sobre pornografía infantil. Explicó que aún 10 años después podrían buscar un trabajo o intentar unirse al ejército, o sentarse con sus familias en la iglesia, y que las imágenes podrían volver a aparecer; o alguien que tenga las imágenes podría incluso tratar de chantajearles.
“‘A nivel local vemos una táctica de chantaje utilizada una y otra vez. Por lo general, comienza con ‘envíame solo una foto’“, indica el oficial Rasmussen. ‘Y esa primera fotografía puede no ser considerada demasiado provocativa por la mayoría, pero el niño es manipulado con vergüenza y miedo de que alguien va a descubrirlo. Las solicitudes coercitivas siguen, como, ‘Envíame más o le enviaré esta fotografía a tus amigos y familiares’. Hasta puede progresar muy rápidamente a “Ahora reúnete conmigo para ______ (acto sexual) o compartiré todas las fotos”.
Soy abuelo de cinco niños, el mayor de ellos tiene 12. Al igual que muchos de ustedes, encuentro esta información y las estadísticas relacionadas, escalofriantes. (Y recuerde, no son solo los niños los que miran pornografía, también lo hacen las niñas jóvenes. Ni las niñas son las únicas que participan en enviar imágenes inapropiadas). La realidad es esta, si tienes hijos en la escuela primaria y mayores, incluso si ellos mismos no están expuestos o no participan de estas prácticas, algunos de sus compañeros de clase sí lo están haciendo, y con el paso de los años, habrá más.
Entonces, ¿qué podemos hacer los padres preocupados?
1. Comprende tu responsabilidad en proteger a tus hijos. Si tus hijos tienen un teléfono inteligente o tienen acceso a un teléfono, una tableta, una consola de juegos en línea o una computadora, son vulnerables. Como padre, te puedes preguntar: “¿Tengo derecho a interferir? ¿No es eso entrometerme?”. Tu trabajo es interferir y saber qué está ocurriendo en la vida de tus hijos, así como lo que sucede cuando están en la casa de sus amigos y en la escuela. Necesitas protegerlos, como si estuvieras parado al lado de una autopista y sintieras la obligación de abrazarlos y decir: “Aléjate de esta autopista”.
Tú y tu cónyuge deben decidir qué edad es la adecuada para que tus hijos tengan su propio teléfono, al igual que las funcionalidades del teléfono cuando obtengan uno. (Algunos padres preocupados en poder guiar a sus hijos de manera segura, les han proporcionado un teléfono que solo puede hacer llamadas y enviar mensajes de texto a ciertos números).
2. Inicia las pláticas sobre los peligros de la pornografía ahora. Dado que las edades de los niños afectados son cada vez más bajas, hay una gran ventaja al hablar con tus hijos desde temprano, probablemente mucho antes de lo que puedas estar pensando. Varios padres que estimo han usado y recomiendan el libro Imágenes buenas, imágenes malas de Kristen A. Jenson para hablar con sus hijos sobre los peligros de la pornografía en un formato apropiado para su edad. (El libro también proporciona pasos positivos y prácticos para los niños cuando están siendo expuestos inadvertidamente a imágenes inapropiadas). Los adolescentes mayores podrían beneficiarse de los muchos recursos relacionados con el tema de la pureza disponibles en diferentes ministerios. (Por ejemplo, vea mi artículo Lineamientos para la Pureza Sexual y 7 Secretos hacia la Pureza para cada Niña Adolescente de Dannah Gresh).
Ten en cuenta también que las pláticas no deberían ser solo una vez, sino continuas. Una madre de niños escribe: “Lo que veo es que mis hijos y yo tenemos que mantener una conversación, tras conversación, tras conversación sobre el tema y sobre cómo la mayoría de sus amigos lucharán con esto y la mayoría de la sociedad está luchando con esto”.
3. Establece lineamientos claros en tu familia. Instala un programa de monitoreo, generación de informes y filtrado de pornografía en computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes (en el entendido de que no puedes filtrar todo). Mira este artículo para varias opciones. Establece y haz cumplir las reglas en tu hogar sobre mantener los dispositivos electrónicos, incluidos los teléfonos, fuera de las habitaciones privadas. (Algunas familias tienen una “cesta para dejar caer” o una “estación” donde todos, hasta los padres, depositan sus teléfonos cuando entran por la puerta). Pide que las computadoras y los televisores permanezcan en áreas de alto tráfico o a la vista de todos.
4. Habla con tus hijos sobre las grandes recompensas y felicidad de la pureza, y la destrucción e infelicidad de la impureza. Háblales sobre cómo el sexo es bueno dentro del matrimonio y explícales que es una de las mejores cosas que Dios ha hecho, pero que se convierte en lo peor, lo más devastador, cuando se le saca del contexto dado por Dios. La Escritura, especialmente en Proverbios 5:7, proporciona una gran fundamento para hablar con los niños sobre los peligros de la impureza y la lujuria. (Algunos padres han utilizado mi libro El Principio de la Pureza con sus adolescentes).
Esta es una batalla por nuestros hijos, con sus vidas y futuros en juego. Que los padres cristianos respondan al llamado del Señor de proteger a sus hijos y de entrenarlos en las alegrías de la pureza.
Parents: It's Time to Wake up About Pornography, Sexting and Your Children
While speaking about sexual purity at my church several years ago, I told parents that if they’re going to let their children have unrestricted Internet access in the privacy of their own rooms, through computers, tablets, phones, or any other device they might as well buy thousands of pornographic magazines and stack them in their children’s closets and say, “Don’t ever look at those.” It amounts to the same thing.
After my message, a sincere Christian mother came up to me. She was offended by my warning to parents not to allow their children to have unmonitored Internet access.
“I can’t believe you said that,” she began. “My son has Internet access in his room, and I trust him! He’s a good boy.”
I told her, “I was once a seventh grade boy. I’ll tell you right now, you think you’re honoring your son by trusting him, but you are setting him up for a fall. You could hand him a gun, and his life might turn out better than if you just hand him over to the Internet.”
If this strikes you as an overstatement, you simply do not understand the devastating effects of pornography. The great majority of children, especially boys but also girls, who are allowed access to pornography will view it, either inadvertently or purposefully, and many of those will become addicted to it, ruining their lives and in many cases ruining their future marriages.
That pornography is “harmless” is a lie from the pit of Hell. Scripture says that Satan goes around like a roaring lion, seeking whom he may devour, and sadly, we are losing our daughters and our sons.
For years, such predictions and warnings sounded like the overreactions of religious zealots. But recently an outpouring of information on the negative impact of pornography is available from mainstream researchers and secular sources. (Even GQ Magazine for men shared a piece in 2013 titled, “10 Reasons Why You Should Quit Watching Porn.”) Many researchers recognize, even from their non-Christian worldview, that children’s early exposure to addictive pornography and behavior such as sexting (taking and sharing provocative selfies) is harming them deeply.
The cover title for Time Magazine’s April 2016 issue was “PORN: Why young men who grew up with Internet Porn are becoming advocates for turning it off.” This lengthy, non-faith based article highlighted the real-life sexual problems that men who grew up with Internet porn are facing in relationships (like not being physically able to become aroused by a real encounter with a woman because of the way porn use has altered their brain’s chemistry/functionality).
The New York Times tweeted this tag line to a recent article: “The longer you wait to give your children a smartphone, the better.” Brian X. Chen writes about how increasingly younger kids are being impacted by pornography and sexting:
Ms. Weinberger, who wrote the smartphone and Internet safety book “The Boogeyman Exists: And He’s in Your Child’s Back Pocket,” said she had surveyed 70,000 children in the last 18 months and found that, on average, sexting began in the fifth grade, pornography consumption began when children turned 8, and pornography addiction began around age 11.
In an article for The Atlantic, Hanna Rosin cites research about the wide-spread practice of sexting:
A recent study of seven public high schools in East Texas, for example, found that 28 percent of sophomores and juniors had sent a naked picture of themselves by text or e-mail, and 31 percent had asked someone to send one. …boys and girls were equally likely to have sent a sext, but girls were much more likely to have been asked to—68 percent had been.
…This year, researchers in Los Angeles published a study of middle-schoolers showing that those who sent sexts were 3.2 times more likely to be sexually active than those who didn’t.
A police officer friend told me that hardly a week goes by when he doesn’t get a call from a distraught parent who has discovered nude pictures of their daughter are being sent all over the school or across the country because she posed for a friend, or took the picture herself. Those images can never be fully recalled, nor the shame erased from memory.
Officer John Rasmussen, a school resource officer in my area, explained he often shares with families how the devastating effects of sexting and pornography knows no bounds. “I’ve frequently found the youth involved come from believing families who have raised ‘good kids.’”
Christian parents would never have believed it if you had told them 25 years ago that one day most kids would be carrying around a little device that would allow them access to pornography and on which they could receive naked images sent by their classmates while the young person is doing homework, in bed, or sitting in church.
Hanna Rosin explains how Major Donald Lowe and his fellow officers at the Louisa County Sheriff's Office have talked to kids about the consequences of sexting:
Lowe’s team explained to both the kids pictured on Instagram and the ones with photos on their phones the serious legal consequences of their actions. Possessing or sending a nude photo of a minor—even if it’s a photo of yourself—can be prosecuted as a felony under state child-porn laws. He explained that 10 years down the road they might be looking for a job or trying to join the military, or sitting with their families at church, and the pictures could wash back up; someone who had the pictures might even try to blackmail them.
“Locally we see a blackmail tactic used time and again. It usually starts with ‘send me just one pic’,” says Officer Rasmussen. “And that first picture may not be considered too provocative by most, but the kid is manipulated with shame and fear that someone will find out. Coercive requests follow, like, ‘Send me more or I’ll send this one out to your friends and family.’ This can very quickly progress to, ‘Now meet me for “_______” (sex act) or I’ll share all the photos.’”
I’m a grandparent to five boys, the oldest of them 12. Like many of you, I find this information, and the related statistics, chilling. (And remember, it’s not just boys who are looking at pornography; young girls are too. Nor are girls the only ones participating in sending inappropriate pictures.) The reality is, if you have children in grade school and older, even if they themselves aren’t exposed to or involved in these practices, some of their classmates certainly are, and as the years go on, more will be.
So what can concerned parents do?
1. Realize your responsibility to protect your children. If your child has a smartphone or has access to a phone, a tablet, online gaming console, or a computer, they are vulnerable. As a parent you might wonder, “Do I have the right to interfere? Isn’t that being nosey?” Your job is to interfere, and to know what is going on in your children’s lives, as well as what happens when they’re at friends’ houses and at school. You need to protect them, just as if you were standing next to a freeway and would feel an obligation to put your arms around them and say, “Stay off that freeway.”
You and your spouse need to decide what age is appropriate for your children to have their own phone, as well as the capabilities their phone has when do they do get one. (Some parents concerned about being able to safely reach their children have provided a phone that can only make calls and text certain numbers.)
2. Start the conversations about the dangers of pornography now. Given the ever-younger ages of kids affected, there’s a great advantage in talking to your kids early—probably much earlier than you might think. Several parents I respect have used and recommended the book Good Pictures, Bad Pictures by Kristen A. Jenson to talk with their children about the dangers of pornography in an age-appropriate format. (The book also provides positive, practical steps for kids when they are inadvertently exposed to inappropriate images.) Older teens could benefit from the many purity-related resources available from ministries. (For instance, see my article Guidelines for Sexual Purity and Dannah Gresh’s Seven Secrets to Purity for Every Teen Girl.)
Realize too that the conversations shouldn’t be just one time, but ongoing. One mom of boys writes, “What I am coming to see is that my boys and I just have to have conversation after conversation after conversation about the topic and about how most of their friends are going to struggle with this and most of society is struggling with this.”
3. Establish clear guidelines in your family. Install a pornography-filtering and accountability-reporting program on computers, tablets, and smartphones (realizing it can’t screen out everything). See this article for various options. Establish, and enforce, rules in your home about keeping electronic devices, including phones, out of private rooms. (Some families have a “drop basket” or a “station” where everyone, including parents, deposits their phones when they come through the door.) Require that computers and televisions stay in high-traffic areas.
4. Talk to your children about the great rewards and happiness of purity, and the destruction and unhappiness of impurity. Talk about how good sex can be inside marriage. Explain how sex is one of the best things God has made, but it becomes the very worst—the most devastating—when it is taken out of its God-given context. Scripture, especially in Proverbs 5-7, provides a great basis to talk to kids about the dangers of impurity and lust. (Some parents have gone through my book The Purity Principle with their teens.)
This is a battle for our children, with their lives and futures at stake. May Christian parents answer the Lord’s call to protect their children, and train them in the joys of purity.
Article Sources
- Porn Addiction Is Now Threatening an Entire Generation – Relevant Magazine
- What's the Right Age for a Child to Get a Smartphone? – The New York Times
- Why Kids Sext – The Atlantic
More Resources
- Teaching teens about sexual purity isn’t good enough. Here’s why.
- Protecting Your Family from the Digital Invasion
- Four Ways Parents Can Protect Their Kids from Sexting
- Helping Your Child Avoid the Pornography Trap
- Taking a Stand Against Pornography in Your Home
- Becoming a Cyber-Savvy Parent
- Cell Phone Rules
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